por Horacio González para Página 12
No va a ser fácil acostumbrarse a la ausencia de Fogwill, porque estaba en todos los puntos de tensión que pudieran imaginarse en torno de cualquier falla en la imaginación pública. El mismo era una falla y la representaba con un gasto doloroso y una risa de fauno corrosivo. Hasta que largaba algo inesperado, que venía masticando entre acres agresiones, y era una relación inesperada entre las cosas y el pensamiento. Siempre a la caza, esencialmente atrapaba relaciones de fuerza, oscuras pulsiones sueltas en la vida de todos, molestas revelaciones de las potencias sombrías que están en el lenguaje. (sigue, y es el texto más hermoso sobre su muerte)
so, so sad.
tenía un chiste hermoso para hacerlo rabiar. hubiera querido ver qué cara ponía, con qué salía. y salió la última novela de piglia, y se murió antes de divertirse inventando un slogan para atacarla (con toda la libertad de su lenguaje, no dejaba de ser predecible). no tengo más fotos conmigo, están en algún disco inmóvil, pero creo q ésta no la colgué. ese día me garabateó tovarish pola, camarada pola sobre uno de sus libros.
la muerte de fogwill me metió a leer diarios argentinos y me enteré de los últimos mega-líos. qué lúcido cierre es la última columna de fog, cómo pone en perspectiva la trivialidad de las políticas, la forma caída de sus representaciones bajo la lógica proposicional liberal. como marca Dañel (dañeeel, quisiera estar ahí para ir a llorar un ratito con vos y tus gatas)
Leyendo esos fragmentos de discurso entiendo nuestro malestar colectivo: es imposible analizar la política desde el momento en que sus actores han decidido suspender la razón política: no habiendo ya partidos, sino sólo proyectos más o menos personales, dinastías, corrientes de simpatía y familias regentes, las “ideas políticas” han pasado a integrar el panteón de los recuerdos y es improbable que hoy cualquier adulto menor de treinta años pueda dar cuenta del conjunto de representaciones que alguna vez coagularon en los principales partidos políticos de la Argentina.
Para “hacer política” hoy lo único que importa es “la caja” y “el uso de la caja” (si uno compra a fiado, le conviene llevarse bien con el almacenero). Y, como en cierto sentido, “los medios son fines”, el Sr. Fogwill acierta al subrayar la identidad entre el mundo mediático y “la política”: “ineficiencia, corrupción y fraude” son sus rasgos constitutivos. (sigue)
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