Monday, January 31, 2011

Larvas

por Pola Oloixarac para Quimera


La idea de que nuestros cerebros, tomados como tales, constituyan una montaña de compost para que las ideas de otros crezcan y se produzcan, primero, como larvas recién llegadas, en forma de dato informativo, para luego dedicarse a exterminar al resto de las presencias circundantes bajo la apariencia de un interés intelectual genuino pero cuyo único plan es expandirse y colonizar al resto y que, eventualmente, una vez transidas del milagro de la existencia, buscarán reintegrarse al medio ambiente del que provienen a través de los dispositivos de output ubicados en la boca y en los dedos (hablar, tipear) de modo de posibilitar el salto a otros cerebros-compost en los cuales reiniciar su ciclo de crecimiento y reproducirse bajo la apariencia de ideas propias, aunque en rigor se originaron a la sombra neural de otros seres, que tampoco se ocuparon de forjarlas sino que más bien resultaron del cruce de trayectorias vitales, personales y neuroquímicas propicias para la germinación de esas larvas, podría deberse en parte a Daniel Dennett. Escribe: “Voy caminando, y me entran ideas... ¿de dónde vienen? ¿Por qué? ¿Por qué las estoy pensando? ¿No son ellas, en realidad, las que quieren que las piense?” Las preguntas no tardan en ramificarse, invirtiendo las potestades cosmológicas. ¿Qué es un académico, sino la estrategia vital de una biblioteca para generar otra biblioteca? Qué son las gallinas, si no la manera de los huevos de generar más huevos.


Esta serie de preguntas de Dennett y sus amigos son, de acuerdo a ellas mismas, ecos larvales de ese Harry Potter filosófico que protagonizaron René Decartes y la Hipótesis del Genio Maligno, en las Meditaciones. Honran el tipo de circularidad que sentimos moderna (“la modernidad nace junto con su propia parodia”, me dijo un joven académico mientras felábamos helados en un balcón de Boedo), y preparan el terreno para la fiesta online del joie de vivre (el secreto de la felicidad viral). Una breve hidrografía del asunto tendría a William Burroughs por campeón inicial, pronunciando que el lenguaje es un virus hambriento venido del espacio exterior, con William ungido por las hordas sabihondas como el epidemiólogo más lúcido de la infección; y en la punta más inexplicable, más oscura del estuario, casi perdiéndose entre las cavernas porosas, a la manera de esas excrecencias calcáreas que puede parecer a simple vista subproductos de la perversidad de lo húmedo en la roca, para luego revelarse fundamento de la sustancia viscosa que avanza, tendríamos al vídeo “Two Girls One Cup”, su infame estrella que pulula en internet, a cuyo visionado algunos sádicos someten a abuelas inocentes. (Los comentadores aseguran que es verosímil conjeturar en este punto la prueba de la existencia del infierno, porque no hay mayor castigo para la moralidad del ojo; otros fatigan versiones de San Anselmo, monje cuyas larvas supieron anidar en la cerviz cartesiana, y pronuncian que nihil potest cogitari, no es posible pensar a TGOC, uno de los fenómenos más ubicuos y desagradables de Internet.)

Es lógico creer que ciertas ideas, en principio vinculadas al universo natural de la flora y fauna cerebrales, hayan migrado, en el presente, de lo vivo a otras membranas. Algunos se preguntan por esa animalidad perdida del contacto, de tener una idea y arrumarla bajo la sien. Leía en estos días un libro de Jaron Lanier, un crítico de pelo rastafari con quien mantengo un desapego cordial, cuya apariencia de simétricos círculos agrupados me hace pensar tiernamente en quietud, alfileres y pinchazos, y subrayé: “Es perversa la manera en la que Internet ha comenzado a pudrirse. La fe central de su diseño inicial ha sido desbancada por una fe muy diferente, epitomizada por la idea de que internet está cobrando vida como un todo, volviéndose una criatura sobrehumana.” Una ideología enemiga (a Lanier y sus amigos) avanza en su dominio de las transmisiones: una que prefiere la horda antes que la persona, el anonimato antes que la “identidad” (¿la identidad es lo que certifica el Estado?), cuyas negras consecuencias incluyen la destrucción del individuo a costa de la creciente veneración de la máquina; en suma, un lugar mental siniestro donde el humano no es más que la estrategia de la red para crear más red. La adicción a la red, el anonimato, la redefinición de lo que sea humano, serían las realizaciones tempranas de esta pesadilla. La red estaría alejándose de los componentes “humanos” iniciales y deviniendo los que no lo son: al punto que los instrumentos para estudiar las máximas creaciones humanas han sido domesticados para satisfacer los ojos digitales (el NGram Viewer de Google), o el rumor de que los libros no se ponen online para ser leídos por personas, si no que los libros se ponen online (chan: música de theremines) para que los lean Inteligencias Artificiales (fin música de theremines).

Si mi biblioteca no estuviera en cajas, que es su refugio momentáneo para defenderse de la emergente vida fungal que nos acecha mientras emprendemos la huida a la montaña boscosa, podría fingir que cito de memoria el parágrafo 49 de Ideas, de Edmund Husserl, que se titula “La conciencia absoluta como residuo de la aniquilación del mundo”, pero no puedo.

10 comments:

Mercedes Araujo said...

Bien dicho Pola!

N said...

Eres maravillosa.
Y punto.

Coctelmarx said...

Estupefacto!!! Estrujar lo cultural sin límites, sin inhibiciones académicas, con el cuidado de no caer en el escrito duro…de la fucking ciencia…(El arcoiris de Keats versus el de Newton) ¿Quiso lograr ese detalle Houellebecq en las partículas elementales? ¿Lo logró?. El conocimiento científico solo puede en el texto tomar dimensiones irónicas. Cuando actúa “de verdad” creo que la literatura pierde. De seguro habrás leído el episodio de los arboles de George Perec en “Un hombre que duerme” , cualquier atisbo botánico en esa descripción quemaría el impresionante y ardiente bosque literario que Perec arma sobre los árboles. Fiel a la regla del Heidegger poeta, que reclama: “Las plantas del botánico no son las flores en la ladera”. Voy pronto por tus teorías salvajes...

Yañes el lusitano said...

A finales de abril del año 1938, en plena noche, en el interior de un cuarto iluminado, de la Universidad de Friburgo, Edmund Husserl, cansado por los años, arto ya por las cosas que eran un aparecer en su conciencia, sin existencia extramental, decidió dejar su gabinete y retirarse a su casa para descansar, acomodó sus papeles y se encamino hacia la salida, esta se encontraba con la puerta cerrada, malhumorado se dijo como tantas veces antes,
--La puerta cerrada, es algo que acontece en mi propia conciencia,
y se abalanzó sobre ella, con tan mala suerte, que la traspasó de lado golpeándose fuertemente la cabeza, los años y el golpe, que no era más que una intuición con un toque de atención, le produjeron la muerte, pero un segundo antes de que ello ocurra, la conciencia de Husserl, tuvo otro acto de atención y envió una larva informativa, a que recorra el espacio y el tiempo de su propio parecer, este fantasma influyó hasta hoy, en la conciencia de todos nosotros, es hora de que le prestemos más atención, a las puertas cerradas.
Yañez el lusitano

fernandes said...

das gute scheiße!

Anonymous said...

También se pueden usar los libros escaneados para ver si realmente se cita de memoria a Husserl...

Godeloz said...

Hola,

soy editor del portal de la Red de Bibliotecas de Medellín. Hago parte del comité organizador de la Fiesta del Libro de esta ciudad, evento que realizamos en el mes de septiembre. Tuvimos la ocasión de conocer su obra en el Hay Festival de Cartagena y ya que este año el enfoque de la Fiesta del Libro de mi ciudad será la literatura latinoamericana, nos gustaría explorar la posibilidad de invitarla a este evento. Mi correo es editor.redbibliotecas@gmail.com o diego.agudelo@reddebibliotecas.org.co

Le dejo los siguientes enlaces donde podrá ver lo que hacemos.

http://www.medellincultura.gov.co/fiestadellibroylacultura/Paginas/inicio.aspx

http://www.reddebibliotecas.org.co

gracias

Unknown said...

Acabo de leerte online, ¿soy humana?
(Estoy buscando desde ya las teorías salvajes)

Pola said...

gracias amiguitos por sus comentarios... larvae non stop! :D

goolian said...

Las larvas mentales fueron creadas por el ateo militante Richard Dawkins en el ultimo capítulo de "The Selfish Gene" y fueron bautizadas como memes.
Susan Blackmore llegó a insinuar que el yo es una suma de memes, equiparándose al budismo theravada más radical.
Jaron Lanier se dedica a tocar instrumentos de todo el mundo con más de mil años de existencia porque sostiene que la verdadera tecnología es la que resiste el paso del tiempo.
Roberto Jacoby me odió en Ramona por mi herejía memética.

Y Husserl piensa que yo no existo, pero por supuesto es sólo una larva meme.