Durante 09 debo haberme suicidado de Facebook al menos unas 10 veces, regresando del afterlife y borrándome por diversos motivos: la última huida, fue para evitar el aluvión de spam navideño y findeañero. Todas las veces, sentí un profundo alivio al desactivar la cuenta -de la que nada se borra, como para asegurarte que toda huida no puede ser sino circunstancial-, y la técnica pasiva-agresiva del sistema para disuadirte ("Fulanita te extrañará!") es un incentivo fuerte para apretar BORRAR y que la pantalla azul y blanca de "Has Desactivado tu Cuenta" te devuelva el vientito de la libertad. En Twitter, después de borrar y volver a mi cuenta por una nota, implementé la deliciosa app Unfollow Everyone; una vez que mis followees llegaron a cero, hice unas listas con amigos y noticias que consulto de vez en cuando, pero la supresión absoluta de la parte social me ha traído mucha felicidad. Aplicaciones como Suicide Machine y Seppukko se encargan del trabajo sucio; Facebook, que vela por sus comoddities, i.e. nuestras personalidades, los ha acusado de phishing y mal uso de la información para desalentar los suicidios. Están contra la eutanasia.
Es la primera temporada de la batalla de las redes sociales contra las antisociales.
Uno de los motivos de mis suicidios se basa en la distancia entre fantasía y estado del negocio 2.0. Al aluvión de aplicaciones 2.0 les siguió una crisis financiera + recession que paralizó la carrera armamentista por más y mejores app con las que competir; para el futuro de la web en 2010, tal como se lo podía preveer el 2007, el tiempo pasó mucho más lento y acechado por enemigos económicos. De no haberse empantanado el tiempo de la tecnología, estaríamos probablemente disfrutando de una web mucho más parecida a un masive multiplayer game, navegable como un mundo interno, ficticiamente espacial y habitado por nuestros "contactos", devenidos -ellos también- pequeños avatares con las mismas capacidades de las que abusamos actualmente: chatear, pokear, etc. La web podría convertirse en una ciudad, en un desierto, en un planeta klingon, y abandonar esta estética bidimensional (2x0) de ventanas, fake friends, etc. Incluso la mutación misma de la privacidad, que ya no es un derecho, si no más bien un comodity, necesita reforzar su forma lúdica para no caer en el mundo gris de los Real y la Nada. Estamos como Atreyu en un mundo maravilloso, sometido a oleadas progresivas de Nada... que es lo Real porque es el Mal.
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