Los Dandys del XXI

A mí lo que me revienta es el populacho canalla vociferando en las calles. Esta frase de Miguel Cané (Viajes) es un clásico de la teoría de la modernización, o cómo las multitudes irrumpen en la escena política a fines del XIX desplazando progresivamente a una élite en el poder; cruce que deviene en luchas socialistas (cómo la izquierda fracasa en seducir a los trabajadores) y confluye en peronismo (que sí supo seducirlos). Cuenta la decadencia de la élite oligarca, que no tiene elementos para comprender, resolver o acomodarse a los cambios urgentes de una sociedad que muta con vértigo; y es la materia x excelencia que rondan Christian Ferrer y Horacio González en sus púlpitos de sociología. En general, el abordaje a estos discursos muestra el modo en que gente como Cané y cía son la patria oligarca que se pone de los pelos con el arribo de la gronchada a la ciudad: los inmigrantes, la plebe ultramarina. Una visita obligada es Leopoldo Lugones post anarquismo, donde el Vate del Río Seco se despacha uno de los mejores textos à droite:
La plebe ultramarina, que a semejanza de los mendigos ingratos, nos armaba escándalo en el zaguán, desató contra mí al instante sus cómplices mulatos y sus sectarios mestizos. Solemnes, tremebundos, inmunes con la representación parlamentaria, así se vinieron. la ralea mayoritaria paladeó un instante el quimérico pregusto de manchar a un escritor a quien nunca habían tentado las lujurias del sufragio universal.
Terror de clase, desprecio combativo, nostalgia ante la inminencia de lo perdido son los ejes de un discurso con el que los intelectuales reivindicaron su monovisión del mundo. ¿Pero qué ocurre cuando los catedráticos tienen que abandonar la glosa y escribir sobre el mundo? ¿Qué pasa cuando el peronismo es algo que les pasa a ellos?
Escriben en Ñ la escatología negativa de los blogs, con un vocabulario y desde un punto de vista notablemente hermano de sus glosados dandys de aquella dorada derecha. Volvamos a leerlo al son del gran Vate del Río Seco:
La plebe BLOGGER, que a semejanza de los mendigos ingratos, nos armaba escándalo en el SITE, desató contra mí al instante sus cómplices mulatos y sus sectarios mestizos. "Borrosa disentería de escritos de rigor espontaneísta", inmunes con el ANONIMATO, así se vinieron. La ralea mayoritaria paladeó un instante el quimérico pregusto de manchar a un escritor a quien nunca habían tentado las lujurias del BLOGGEAR.
Ferrer y González tienen una intuición acertada: el mercado del talento editorial es cada vez más competitivo, lo que explica que los bastiones tradicionales busquen despreciar su novedad, intentar exorcisar su influjo, predicar su ruina y destrucción. Como marcó SL en un comentario en este blog, la gracia y desgracia de los blogs es su mezcla de discurso informal con circulación pública. Sin dar cuenta de las modalidades internas, como escribe Alejandro Kaufman acá, será imposible atentar una sociología del blogger que no sea enfrentamiento donde los antiguos "libertarios" hagan el periplo clásico de volverse la reacción.
Es natural, quizás, que cuadros intelectuales entrenados en el narodniki (cuenta González en La Izquierda Argentina que “en los 60s hacíamos narodniki”, ruso para ir hacia los pobres para adoctrinarlos) no sepan qué hacer 1. cuando la diseminación de Internet rompe con el tutelaje vertical, 2. con una revolución que tiene lugar en las sombras. ¿Donde estón los negros a los que tutelar?
Lugones leyó El Payador en el Teatro Odeón para un público de guantes blancos que lo aplaudía. El presente es menos chic (manateico, pelilargo, post-higienista) pero no menos salvaje.