En la historia militar griega, el arte de la guerra depende únicamente de la gramática empleada. Atrás en los pabellones del tiempo, y viceversa en haces futuros,
syntagma se denominaron las formaciones guerreras de 256 hombres en el siglo IV antes de Cristo.
Entre los grupos de guerreros, una
tetrarchia agrupaba 64 hombres; una
taxiarchia , 128; una
syntagma, 256 hombres, y cuatro
syntagmas componían una
chiliarchia, un total de 1024 hombres. Los
syntagmas prevalecieron primero como un grupo de manejo más cómodo (como las centurias en la armada romana después de las reformas de
Marius) y, en combinación con las nuevas tácticas y armas diseñadas por el pélida Philipo de Macedonia (notablemente, el uso de
sarissas, espigas largas con terminaciones en bronce en ambos extremos, uno que hiere y otro que equilibra), prevalecieron atrozmente sobre la élite guerrera de más prestigio en el mundo antiguo: la primera y única formación militar inspirada en un diálogo platónico (Plutarco cita de manera explícita el discurso de Fedro en el Symposium), vencedora de la batalla más importante que enfrentara a griegos contra griegos en Leuctra, según Pausanias: La Armada Sagrada de Tebas.
A partir de esa derrota, un cambio crucial operó en la forma en la que se concebía la guerra.
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(*)
La élite guerrera de la Armada Sagrada de Tebas estaba formada por 150 parejas de homosexuales guerreros. De las conversaciones y el
flirting del banquete ambientado por Platón donde habla Fedro, se desprende que un guerrero homosexual era preferible a uno que no lo era, porque luchar junto a quien se ama era un incentivo para el despliegue del coraje y las virtudes de la guerra. Luego de la derrota de Chaeronea (338, BC), cuando los syntagmas de Philipo II de Macedonia aplastaron a los bravos dúos de homosexuales tebanos, el pensamiento de la guerra tal como había sido ideado por Philipo prevaleció, y la teoría de la guerra popularizada por el autor de la
República fue reducida a cenizas junto con las piras últimas donde yacieron los valientes sodomitas.
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Philipo había entrenado a sus hombres para componer una bestia única y letal; a diferencia del combate donde la posibilidad del honor acentuaba (en teoría) el coraje y la fuerza individual de los guerreros, el modelo macedonio implicaba componer, con grupos de hombres a pie, arqueros, caballería y armas de asedio,
un solo cuerpo; en rigor,
una sola mano, sobre la cual se superponían nuevas manos de un cuerpo monstruoso hecho de legionarios, falages implacables cerrándose sobre el cuello enemigo. Desde entonces, la pederastia militar griega fue reemplazada definitivamente por una teoría de la guerra que busca resurgir el instinto de la manada perdida: imitar el estilo del predador supremo, la bestia hecha de miles de hombres. Dejó de ser una ocupación part-time ya que, para conjurarse numéricamente en un solo cuerpo (para pasar de la masa a la sustancia), los guerreros debían pasar mucho tiempo preparando la batalla junto a sus compañeros.
Que todas fueran potencias de 2 excita el apetito formal de los lectores de historia, que ven en los
syntagmas macedonios un hito de la
técnica transformatoria de los hombres en bestias, perfeccionado más tarde por el pacto multitudinario del Estado, en la república (donde el pacto de conquista es fundamental a la relación política de protección y obediencia).
(*) Evzones -cuerpo de elite- en Plaza Syntagma, Atenas.