1. Había una vez, en la presentación de los CC de Fogwill en el Boutique de San Isidro, una tarima en un patiecito oscuro y un frío de morirse. Fogwill iba de gorrito, ante un grupo de señorxs que tiritaban en primera fila de brazos cruzados. Después de leer esto, conversamos en torno a estas cosas, que resumiré como preludio a la epifanía:
Todo fan de la literatura parece tener una anécdota con vos. Una de las más comunes es que les preguntás el nombre, te dicen Sutano y vos decís ahhh yo me cogía una Sutano, flor de hembra. ¿Es tu manera de imitar a Homero y proliferar como literatura oral?
Fogwill se reía: "claro, jajaja era la mamá!" Después explicó que sí, con la edad, todo tiende a la oralidad en el sexo, y la presencia de lo oral siempre fue crucial en su escritura: "en definitiva empezás oral, escribís oral y después de viejo todo se pone muy oral". Después hablamos de este artículo de Bolaño, donde dice que después de Borges, lo que viene es "la pesada": la pesada sería la herencia de Lamborghini, que él encarna. Fogwill dijo que los chilenos venían acá y nos veían como una mafia. Que nos envidiaban eso, todos (españoles, chilenos) nos envidian esa capacidad para matarnos unos a otros, esa capacidad de la literatura de generar odios, para armar peleas ficticias, discusiones letales, camarillas y grupitos como facciones guerreras unas contra otras. "Porque acá ya no se discute por política, se corren y se matan por literatura". Y es el único lugar del mundo donde pasa eso, por eso nos envidian, porque en Argentina la literatura funciona como una mafia, grupos de amigos contra grupos enemigos, ya desde ese invento del marketing que es Boedo y Florida. ¿Y eso es bueno para nuestra literatura, esa lógica del garrote, vos pensás que la fortalece? Claro que sí, que es bueno, dijo él. Porque si vos le sacás eso, te quedás con un oficio obsoleto. Gente que escribe, habla lo que tiene que hablar con su editor, salen las reseñas, y listo. Está muerto, como la industria editorial en sí. Acá los libros tienen una vida -violenta- que no tienen en ningún otro lugar. Eso que te marca Sarlo en la reseña, los grupitos, son cosas que se ven y que tienen que ver con una vida de la literatura que es muy propia de acá, Bolaño habla de la pesada pero porque ya tiene una traducción española en la cabeza, es como decir aparador, la idea es otra, es mafia.
2. El lunes, la crema de la crema intelectual se dio cita en Vinilo, exquisito cafecito con un Steinway & sons en el escenario, para la presentación de El tesoro de la Lengua, de Ariel Schettini. Con Insinger al piano, las voces de los poemas subían al escenario una a una, cada una totalmente distinta a la otra: primero, Sor Juana Inés y su Hombres Necios Que Acusáis (a lo que Tamara Kameszain -a quien no imaginaba tan bella y encantadora- aditó: ya ves, desde cuándo viene el problema!!), Mariano Dorr recitó Rubén Darío, Paola Cortés Rocca leyó "Lo imprevisto", de Conrado Nalé Roxlo: de pronto, Evelyn Galiazo tomó el escenario para leer el Poema 20 de Neruda, y toda la audiencia enmudeció de emoción; su voz volvía real la segunda persona del poema, y la pérdida era terrible. Ceci leyó La higuera, Mario Bellatín leyó a César Vallejo (momento altísimo en la melodía de la noche), yo leí esto, Barbara Scotto recitó Pizarnik (y la unión entre piano y poema fue suprema), y Silvia Hopenhayn cerró prácticamente haciendo un "Y Olé" con su ejemplar de El Tesoro. En sus sillitas, una multitud embelesada y el canon topérrimo de la Academia Más Encumbrada i.e. Josefina Ludmer, Jorge Panesi, Arturo Carrera (que vio su poema recitado por Trinidad y Mariano vueltos niños de primaria), Martín Kohan y un Dañel que llegó tarde por estar alfabetizando doctorandos, aplaudieron con alegría y energía blanquísima al divino Ariel que había convocado esta fiesta de voces y poemas, y que dijo, en forma de adorabilidad pura: "dicen que escribir es algo tan solitario, pero para mí es lo contrario, porque lo que más me gusta de escribir es que me hago amigos escribiendo, y escribo porque me hago amigos, todas las sugerencias y las conversaciones que tuve mientras lo armaba y que plagié y que seguí al dedillo, son las amistades que hacen a esta felicidad que es escribir".
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+ La esencia de la literatura no puede ser reducida a la enemistad pura y simple, sino a la posibilidad de distinguir entre el amigo y el enemigo.
+ "Enemigo es sólo un conjunto de hombres que se opone combativamente a otro conjunto análogo. Sólo es enemigo el enemigo público, entiéndase por público el que publica.
+ Lo que está latente entre ellos es la guerra.
+ Se puede adivinar la presencia y la acción del enemigo: es la proyección y el espejo del propio amigo: es más que su sombra: no hay representación, es real -i.e. adhiere a esa teoría del realismo de considerar reales las cosas y "reales" las relaciones del lenguaje con las cosas- está aquí y ahora, se puede nombrar.
+ La vida de la literatura se define socialmente en tanto que reabre el espacio de la hostilidad que reclama ambas presencias: la del amigo y el enemigo. El campo literario es ese espacio de hostilidad.
+ Hay un enorme parecido entre el amigo y el enemigo; son gemelos, pero subyace en ellos una esencia que los hace distintos: quién decide: quién publica?
+ Es la guerra por la atención, y no.
+ Es la guerra por hacer cosas hermosas, y que nada más importe.
+ Es la parodia del decisionismo, como decía Dotti: y es perderse en un imaginario revolucionario absurdo, de quienes no se ocupan de hacer belleza y sólo les interesa el lenguaje de la bajeza.
+ Pero la liberalidad envenena, y hacer amigos o enemigos deviene el equivalente pordiosero a ser vistos comiendo en restaurantes caros en las estrellas de Hollywood. Algunos hasta se visten de etiqueta negra para poder aparecer en nuestro banquete, el deseado mundo de la mafia literaria argentina. Se sigue los avatares de la literatura argentina como se siguen los rounds del boxeo (castiga la zona hepática...).
+ Si, gladiadores, saludamos al público, es porque vamos a morir, y nos condenamos a alguna especie de inmortalidad. Eso es lo que está en juego en los juegos de bestias literarios.
Y todas estas cosas, que me parecían maravillosas al momento de descubrirlas, en su inocencia y transparencia, ahora vuelven a parecerme tristes y vanas, horriblemente humanas: porque la modalidad de escritura-amigo, que es hermosa y halaga el ideal humanista del arte, no tiene por qué implicar necesariamente la escritura-enemigo, que es otra forma de lo mismo en tanto foguea pasiones que la escritura-amigo, el mero "nosotros" sin un "ellos", desconoce (en general, desde ese paraje de desconocimiento se busca batallar contra la invisibilidad). Sin embargo, en esta escena el criterio amigo-enemigo de Schmitt distingue entre hacer literatura en sí (donde la amistad humana es una ficción amorosa y útil) y la capacidad para hacer, reproducir y dividir lectores, que a su vez se agrupen en su propia parodia del decisionismo y enarbolen anchas diatribas para justificar su odio (a "ellos")/deseo de pertenencia (a "nosotros"); pero nuevamente, la literatura en sí también implica la capacidad de hacer lectores y no se hace ni se reproduce lectores sin literatura en sí: la estrategia amorosa llama a la estrategia de guerra, y viceversa.
+ No hay escritura contemporánea argentina que escape a estas categorías; no hay, por tanto, literatura argentina fuera del dictum que organiza la teoría de la guerra descrita ya en otro lugar, en términos de su pasión, argumentos, dinámica y bestialidad.
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