Los teratos de la lit. Acerca de La masacre de Reed College, de Fernando Montes Vera
por Pola Oloixarac
presentación leída en Purr Libros, 29 de mayo 2013
publicada en Revista Katatay,
Año IX, No 11/12, septiembre 2014
A la dra. V. Cano
De
los seres humanos cultos con aspiraciones artísticas se espera, en los
casos más distinguidos, la destrucción. Hablar de la destrucción es una
de las maneras modernistas más comunes del arte: se habla una novela que rompe, o un autor que destruye equis estética, tradición, grupo, etc. O no: una novela que no logra romper, que quiso
matar y no pudo: en estos casos la expectativa por la destrucción queda
trunca. Se fantasea con una palabra escrita que destruye con su sola
presencia al resto.
Ahora vamos a hablar de una Masacre, un asunto de muerte distribuida en un milieu particular, en un college.
Un ritual de aniquilamiento a gente como ustedes llevado adelante por
gente como él (o como nosotros). Los yoes y los ellos se pueden siempre
recombinar: es la naturaleza de la magia lingüística, que exhibe como
ninguna el pasaje del yo al ellos. Será una petite morte
que viviremos no sin éxtasis (la Masacre los promete y los contiene)
distribuida en los nodos de una red social, de una escuela, un trabajo.
En esos lugares de la muerte, la red social vuelve a hacerse física, se
recomponen los lazos visibles. Es el ámbito del troll IRL (i.e. in real life), una de las taxa favoritas entre las mutaciones que nuestro autor investiga.
Adentro
y afuera de la novela, en el mundo de los personajes y en el mundo IRL
de la vida, la pregunta es Quién decide quién muere y quién permanece
con vida.
Como el promachotheuthis sulcus, un tipo de molusco con forma de estrella de mar y una pequeña boca circular de dientes alineados símil humanos, La Masacre de Reed College
de Fernando Montes Vera extiende sus tentáculos sobre dos mundos: el
universitario precarizado de Buenos Aires y el progresismo en estado de delirium tremens de Portland, situado en un valle del oeste de Estados Unidos. El promachotheuthis sulcus
mismo vive a mitad de dos mundos: es mitad calamar, mitad mantarraya.
Sabemos de su existencia entre nosotros, o entre el nosotros que
conforma el mar, desde épocas muy recientes, desde 2007.